domingo, 30 de octubre de 2016

El día que te merezca

El día que te merezca seré una persona increíble. El día que te merezca seré, de lo bueno, lo mejor. Me admirarás casi tanto como yo te admiro, me envidiarás casi tanto como yo a ti hoy. Los pajaritos se dejarán de cantar babosadas, las nubes se levantarán cachondas perdidas y las vírgenes suicidas abandonarán sus dos vocaciones de un polvazo y sin dilación. Todo eso el día que yo te merezca, todo eso el día que tú te merezcas algo como yo.
El día que te merezca habré hecho tanto por ti como lo que tú ya has hecho por mí. Poner cara de que estás conmigo cuando nadie más lo está. Y ponerla hasta partírtela si hace falta por cualquier tontería indefendible que se me caiga de la boca. Hacer ver que tengo razón aún cuando ya hace rato que me la quitan de las manos, oiga. Y aflojármela un poco cuando ya hacía tiempo que se me estaba atragantando. Nuestra amistad dará por fin balance cero, pero un cero con muchos unos a su izquierda y bien relleno de aparentes sobras, como todo buen relleno.
Y es que el día que te merezca, al resto del mundo, que le den. Esta sensación de no llamarte ni oírte ni verte lo suficiente no creo que desaparezca, pero como mínimo tendré claro que a ti también te compensa.
Ya sé que nada cambiará demasiado por tu parte el día que te merezca. Seguirás sin exigir tu cambio, como hasta ahora. Seguirás al otro lado de mis cosas, como hasta siempre. Con la distancia prudencial del que viaja todo el trayecto por el carril de al lado, exactamente a la misma velocidad, seguramente hacia cualquier destino menos el mío. Pero mira, igual para entonces ya me siento mejor, por estar dando a la altura de lo que llevo recibiendo durante todo este tiempo.
Mientras tanto, tendrás que conformarte con lo que hay. Mientras tanto, tendrás que perdonarme si sigo siendo fecha en tu calendario, inversión al cero por ciento de interés, llamada perdida de tanto en tanto que te recuerda que tenemos que quedar, y ese encuentro esporádico con todas las garantías de poder retomar las cosas justo en el punto donde las dejamos.
Ahora que lo pienso, es difícil que llegue el día en que te merezca. La entropía no deja de ser la religión de la naturaleza, la asimetría, su liturgia, y lo natural, este equilibrio caótico entre cosas muy desequilibradas que tienden a desordenarse juntas. Y las personas, las relaciones, las amistades y hasta las cosas más descojonantes, como la pareja, representan equilibrios jodidamente inestables, imposibles, contradictorios… aunque necesarios.
Corte al final de mi película favorita. Un tipo va al psiquiatra y le cuenta, oiga, mi amigo cree que es una gallina. Y el psiquiatra le pregunta y por qué no me lo trae. El hombre contesta, no puedo, necesito los huevos.
A lo que iba.
El día que te merezca te llamaré amigo.
El día que te merezca, te llamaré.

Cuando sepas de mi

Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.

Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.

Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos… nah.

A lo que iba.

Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.

Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y sal.

Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.

Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.

Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.

Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.

A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.

Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.

Haz ver que me olvidas.

Y me acabarás olvidando.

De verdad.”

Ana

Querida Ana de hace dos meses quizá tres o cinco no lo se
¿ Recuerdas la primera vez que te dije Hola?
¿No lo recuerdas cierto?
  Pues bien la recordado hoy y hace un par de horas.

recuerdo que en él segundo esperado de lo correcto,cuando te hable por primera vez dijiste  un hola y insegura de ti misma.

También recuerdo que hablamos sin parar de cosas sin sentido que para nosotros la tenía, inclusive llegué a imaginarme el meridiano de tus ojos clavados en los míos  que  era un 23 de un cumpleaños pero de  diferente mes.

Ana aquel nombre tuyo que empieza con
A:  que es la primera letra del abecedario  y primera de sus vocales. Y
N: que es la decimocuarta letra del alfabeto   y la  undécima  consonante

Que  aun sigo pensando que te  hace la  persona  mas guapa  con aquel  nombre tuyo llamado Ana

También recuerdo aquella fotografía tuya con esa sonrisa tímida  de niña que cualquiera  que la viera  diría que eres la persona mas feliz del mundo,aun sabiendo que no es así

 
Tu con tus infinitas complejidades y con un corazón que no cabe en el pecho tuyo.

tú mi número favorito
y por último
tú mi persona favorita

si tú

Mi cumpleaños

Quería decirte que   nada es igual como lo dejaste,cambiaron muchas cosas  como por ejemplo:

Ya no sigo viviendo en la misma ciudad de siempre, aquella que al atardecer te cogía en brazos como querido afixiciarte.
Tampoco estoy en la secundaria como veras ya pasaron 236 días para ser exactos y cada día que paso me las pase contando como se cuenta tus mejores días.
Tampoco esty con la misma señorita de siempre que se veía guapa cuando se miraba al espejo,
Que me miraba con esa mirada tierna y encantadora  que te hacia temblar en el momento apacible
Que al salir del liceo corrias a verla o le esperabas  en la puerta tratando que no se note  la emoción que traías  dentro.

Ella que te rompió el corazón en mil pedazos y te la dejo añicos y sin mas preámbulos  cambio tu vida para simpre y tu no subiste sobrellevar eso
Tampoco tengo el mismo cabello de siempre como lo solía tener antes  de hecho ahora lo   tengo mas largo como aquellos días raros.

También cambiaron  los horarios, las amanecidas, los amigos, las mascotas ,los gustos los miedos
Si los miedos antes solía tener miedo miedo a cosas sin sentido ahora me miedo a mi mismo y tengo miedo los años pasen , miedo a volar , miedo al cambio ,miedo a volver a cometer el mismo error  de siempre de esos que te arrepientes haberlo hecho.

Ahora lo que mas temo son las despedidas  que te dicen que no siempre habrá un mañana 

SI PUDIERA

Si pudiera lo cambiaría todo  cambiaría  los días que solía quedarme    solo en aquella habitación  sin rumbo
Cambiaré esas ganas de no hacer nada  de mandarlo todo a la mierda  y que le den al mundo.

Y un sigo  con esa idea en que volvería comenzar de cero   y me cortaría el cabello  me raparía claro que lo haría.

No volvería tener  esa personalidad de mierda que cuando todos  te miran tu ocultarlas  la cabeza  teniendo miedo a que no ten en tus ojos  el vacío que llevas dentro